jueves, 2 de agosto de 2012

CAMINANDO POR LA VIDA


          Qué mejor forma de aprovechar una luminosa mañana que perderse por el parque, haciendo fotos. Bulliciosas palomas, cisnes melancólicos, espléndidos jarrones, o alegres surtidores de agua, aparecían en cada rincón, pidiendo ser inmortalizados.


                

 
 
          En ello estaba, cuando me detuvo una melodía proveniente de un claro.
 
          Solo, con su guitarra, un tipo interpretaba unos acordes, en una conmovedora soledad. Vino a mi mente, la imagen del pobre náufrago que, recostado en su balsa, otea el horizonte en busca de salvación, o la del mercader esperando, en algún inhóspito desierto, el paso de una caravana con la que comerciar.
  



          Permanecí, un buen rato, observándolo de incognito, y fotografiándolo; aquel hombre no lo hacía mal, la verdad.  En ese tiempo que estuve allí, nadie se cruzó con él; nadie, exceptuándome, disfrutó de su música.

          Cuando le pareció, se levantó, y blasfemando ostensiblemente, pasó por delante mía, desapareciendo entre los árboles.













          La visión de ese sujeto, maldiciendo su suerte, me conmovió. En aquel momento, comprendí que había estado viendo a esta persona como un objeto más de los jardines, como si se tratase de otra agraciada fuente, o de alguna exótica ave. También pensé en lo desolador que debe ser, para un intérprete, no tener público, o   que, este, no te preste atención, independientemente de la mayor o menor (en este caso, nula) obtención de propinas con la que subsistir.

               

                              
       Debí aproximarme más, que me viera oirle tocar, y, ya de paso, dejarle alguna moneda. Lamenté que la cabeza se impusiera al corazón; a veces, es preferible no reflexionar tanto sobre un asunto, y actuar en consecuencia. Parafraseando al gran fotógrafo Robert Capa, quiero aclarar que las instantáneas que le hice no son buenas, porque no me acerqué lo suficiente.




8 comentarios:

  1. BONITO,MUY BUENA REFLEXION,ASI LO CREO YO!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si te ha hecho reflexionar, es suficiente.
      Te agradezco la lectura, y el comentario, Montse.

      Eliminar
  2. Respuestas
    1. Hay situaciones triste en la vida que tenemos que ir mejorando, tendremos que empezar por mejorar nosotros.
      Gracias por tu comentario, me alegra que te gustase el relato.

      Eliminar
  3. que agradable verdad,nos pasa a todos caminando por la ciudad hay muchos musicos callejeros increibless por aqui por Logroños en la calle portales haymusicos del este que son increibles y pasamos de largo muchas veces sin parar a escuchar la melodia cuando son maravillosas y echarles unas monedas..

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te agradezco la visita, y el comentario. Así es, hemos llegado a ver a los músicos callejeros como el que observa un bonito escaparate, y olvidamos que detrás hay una persona con sus sentimientos, y sus necesidades. Dices bien, unas monedas, o una sonrisa, unas palabras, un gesto, y hacemos feliz a ese músico que nos está alegrando el gris y monótono entorno de nuestra ciudad.
      De nuevo, gracias Mari Leo, por todo. Un beso.

      Eliminar
  4. En esto no te pareces a mi ,ya ves.
    Seguro que también se habría ido refunfuñando,pero por mi pesadez.
    Cuando veo a alguien tocando música en la calle,se pare o no se pare nadie,ahi bién cerquita me planto yo.No veo ni oigo nada más.
    Pero me alegro tanto de tu reflexión,que te voy a hacer una propuesta.
    Vé y dale todos los peniques que te he ido dando,que yo te doy los besos.
    Tendrías de esos días tontos,porque te conozco.......
    Las fotos,no hace falta que sean buenas si llevan mensaje amigo.
    Fijaté que a mi si me han gustado.
    Un besote¡¡¡





    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Has hecho un micro-relato bastante bueno, ¡jejeje! Gracias por tus palabras. El próximo músico que vea le daré unas monedas en tu nombre... bueno si es mujer, al igual le doy un beso... no creo que quiera, con las monedas será suficiente.
      Me alegro que disfrutes con la música que se hace en nuestras ciudades. Aquí en Sevilla hay auténticos maestros alegrando el trajín callejero.
      Acuñaré monedas para poder enviarte un sinfín de besos.

      Eliminar