
Su mano, cuarteada por el tiempo, retiró su sombrero de paja, secándose, con el brazo, el sudor que bajaba por la frente. «Qué sed tengo» –pensó, y comenzó a apartó un listón de los que que tapaban la boca de su pozo.

«Ana, el agua de ese pozo, algún día, te matará» –le comentaban sus paisanos. «Llevamos toda la vida juntos, si me hubiera querido matar, ¿a qué esperar tanto?» –les respondía, dejándolos sin opción a réplica.
Y así era; su padre lo comenzó, el año que Ana vino al mundo; sus hermanos se dejaron la piel, ahondándolo, y ella, la única de todos que aún vivía, seguía dándole uso.

Mirando el brocal, le vino a la memoria la costumbre, que practicaban siendo niños, de formular un deseo al pozo; también recordó que ninguno se hizo realidad. «Qué montón de ilusiones ahogadas en este agujero, tendríamos que haber deseado lo contrario, igual…» –meditaba, dándole vueltas al dilema: qué querría que no pasase, qué no tendría que cumplirse.
«¿Salud? No quiero tener buena salud… ¡No, no! No vaya a ser que, esta vez, acierte. ¿Amor? ¡…anda, anda! ¿Dinero? ¿Deshacerme del poco que me dan? Total… ¡nada y eso!», y, tras aclararse las ideas, pidió el deseo.
–Acabó de darme cuenta que no he tirado una moneda –se dijo, mientras rebuscaba en los bolsillos de su polvorienta falda–. ¡Vaya, olvidé traer una! Ahora que caigo, he deseado no tener dinero… y no he perdido una moneda... ¡mierda! ¡...como siempre, se ha cumplido lo contrario!

Permaneció un rato observando la imagen (la suya, claro) que flotaba en el interior del cubo, volvió a tomar agua, y, con la que quedó, se refrescó la cara. Dejó el receptáculo en el suelo, incorporándose. En tanto, recomponía los listones del brocal, dirigió su mirada al interior del pozo, susurrando:
–Qué más deseo te puedo pedir, viejo amigo, que no sea el que me sigas dando de beber.

Un solitario jilguero revoloteó sobre ella, bajo un sol de justicia.
Precioso relato Antonio .. me recordó siendo yo pequeñita (3 añitos) el tiempo que vivimos en Alegría - Álava en una casita baja al lado había otra casa donde había un pozo de donde sacaban el agua y bebíamos .. un agua clara transparente y fresquita .. muy fresca ..
ResponderEliminar¡¡¡¡ que buena estaba !!! Se me hizo la boca agua según leía el relato
Tus relatos casi siempre me transportan a momentos muy bellos.
Gracias por compartirlos. Un besito
Si he conseguido que revivieras un momento mágico en tu vida, si he conseguido hacerte feliz mientras recordabas tu niñez, habré logrado el propósito de escribir, hacerle la existencia un poco mejor a todo aquel que entre en mi blog.
ResponderEliminarGracias a ti, por la visita, y el lindo comentario.
Un beso, Ely.