miércoles, 18 de julio de 2012

PARA LA LIBERTAD

        

          Quien haya andado por la costa cantábrica, puede llegar a sentir lo que él experimentaba. Tener por un lado las altas cumbres, y por el otro la inmensidad del océano, le hacía ver la verdadera dimensión de su existencia. Observar los caprichosos riscos, o respirar la fría brisa, equilibraba los malos momentos que llevaba acumulados. 




 
  
         Apenas prestaba atención al sendero que recorría el litoral; lo abandonaba continuamente para asomarse a los acantilados, o bajar a alguna solitaria playa. Oír cómo las olas saltaban en mil pedazos contra las rocas, le extasiaba; otear el inmenso y curvilíneo horizonte marino, evadía su pensamiento, y el poder hundir sus pies en la arena, le llevaba a sentirse complice de todo aquello.


          Ese día, bajó a la orilla del mar, como había hecho otras veces, huyendo de la senda marcada, y, una vez descalzo, caminó, jugando con el agua y la espuma. Notó que no deambulaba solo; una bandada de gaviotas hacía lo propio, huyendo del oleaje.


 

          Pensó que, quedándose quieto, las observaría mejor, pudiendo incluso hacer que aquellas aves, tras perderle el miedo, se le acercasen. Así fue, recostado en una enorme piedra, anclada en la arena, esperó hasta que corretearon alrededor suya.

                         

          En un momento dado, sintió que su cuerpo era atraído hacia ellas. Sin saber cómo, ni por qué, estaba de pie en el centro del grupo, saltando y girando sobre si mismo. Una imprevista ola rompió en el pedrusco que le había servido de asiento. Un revuelo caótico de gaviotas lo envolvió. Agitó sus brazos por un acto reflejo, notando que cuanto más lo hacía, más se elevaba. Se vio formando parte de la desbandada, sobrevolando la playa, la costa, la mar.  

 
 

         
        Un rumor lo cautivó en pleno vuelo, un rumor en forma de verso:



                 "Retoñarán aladas de savia sin otoño,
                  reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
                  Porque soy como el árbol talado, que retoño:
                  porque aún tengo la vida."


2 comentarios:

  1. Muy cautivador!!! Una experiencia que se vive,donde hay mar....donde se pone bravo y le gusta hacer saber que es libre..igual que sus adoradas gaviotas.Gracias POR EL RELATO

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  2. Una oda a la esperanza y a la vida. Muy bonito y sentido. :)

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