miércoles, 20 de junio de 2012

CARTA A UN CONOCIDO


          No le tengo miedo a estos lugares. Por desgracia, visito los cementerios desde hace años. Nunca he tenido problemas con los espíritus, nos respetamos, y punto.        




 
          Tanta veces había pisado el camposanto del pueblo de mis padres, que nada en él me podría sorprender; estaba muy equivocado. En la última tapia se superponen las lápidas más antiguas, traídas del anterior cementerio, y colocadas al azar, espero que atinasen con los huesos que guardan. 

    


          Cuando voy por cualquier efemérides, suelo dar un paseo, y fijarme en curiosidades, nombres que parecen puestos por venganza, busco el familiar que más tiempo lleva allí, aquellos que adjuntan algún texto explicativo a la información habitual, fotografías en blanco, hierro y negro, los que solo tienen iniciales, o extraños símbolos,… y la que tiene mi nombre.


          “Anda, si ese es mi nombre”, pensé una tarde, mientras indagaba por los viejos mármoles de esta perdida tapia, ya que yendo con mis perros, Lusa y Nerón, de nada serviría comentarlo en voz alta.


          Mi homónimo (y apellidónimo) falleció hace muchas, muchas décadas, tantas que he preguntado a mis mayores, los más mayores que yo, y nadie lo asocia con mi familia. Parece como salido de la nada, nadie me da referencias, nadie lo conoció. ¿Triste? Más triste es tener a alguien que te pueda recordar, y no lo haga.




         Siguiendo un buen consejo que dice: “Haz lo mismo que te gustaría que hicieran contigo”, a este Antonio Durán si le visita alguien, yo. Siempre que voy, me acerco, lo saludo y, alguna que otra vez, le he dejado una flor. Descanse en paz.

11 comentarios:

  1. Esta entrada me ha llegado, Antonio. La he visto allí perdida, sin nadie que la visite, tan solo una persona a la que quizás o no, conozca. Triste...no sé. Pero creo que tú mismo has visto un sitio donde ir a reencontrarte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario. Te voy a devolver el cumplido diciéndote que el hecho de verte escribir hace que no abandone mi blog. Leo cada entrada que haces y siempre aprendo algo. No sé cuando estaré en paz contigo, me induces a leer, a escribir, ¡¿qué estás haciendo conmigo, Rocio?! Un beso enorme.

      Eliminar
  2. Me parece que esta entrada es la más bonita que tienes en el blog ( a mi humilde parecer). Es muy poética sin perder ese punto de humor que a tí te caracteriza, pero que aquí está tamizada de melancolía. Tiene una calidad literaria extraordinaria. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todos llevamos penas en el alma, las mías van maquilladas como los payasos. Te doy las gracias por seguir mi blog, mis comentarios en "feisbu", y me alegra, no sabes cuanto, que con ellos pueda robarte una sonrisa. Un beso.

      Eliminar
    2. Espero que algún día puedas desmaquillar esas penas y dejarlas salir, liberarlas.. Este relato demuestra que además de tener un gran sentido del humor, eres un ser sensible y generoso. Felicidades de corazón. Un besazo.

      Eliminar
  3. Relato o realidad...da igual!!
    Esto demuestra tu calidad humana,tus sentimientos al projimo...Me ha gustado mucho leerlo y recapacitar!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Montse es un relato basado en la realidad. La tumba existe, y yo la visito cada vez que voy al cementerio.
      Me alegro que te haya gustado, y si te ha hecho pensar, mejor.
      Un beso.

      Eliminar
  4. wow ! nunca habia pensado en buscar a alguien con mi nombre, cuando he ido si visito otras tumbas y pido por su eterno descanso y familias.. pero no me ha tocado ver una que coincida conmigo ..
    Esa persona nunca imaginó que tu supieras que existió y compartieron un nombre..
    saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mar, siempre que voy me imagino cómo sería su vida, cómo sería físicamente... nadie sabe de él, una pena.
      Gracias por leerlo, y por dejar este comentario. Un beso.

      Eliminar
  5. Me has recordado mi infancia querido Antonio.
    Junto con una amiga,solíamos ir al cemeterio y com tú, íbamos mirando todo,quitando flores de los que tenían más,para ponérselas a los que no las tenían....
    Tampoco me dan miedo los cementerios , y si son de los antiguos con sus figuras de ángeles de piedra,aún me gustan más.
    Ya ves,hasta en los cementerios nos vemos.
    Eres tan profundo como humano.
    Un beso

    ResponderEliminar
  6. Te agradezco la visita, y el comentario, es prácticamente un micro-relato, jejeje!
    Me alegra que te traiga esos recuerdos.
    Un beso tan grande como tu corazón.

    ResponderEliminar