sábado, 22 de diciembre de 2012

LA SONRISA DE UN BELÉN




     Pelayo llevaba todo el día nervioso, su apacible vida se había visto alterada cuando le dijeron que iba a visitar el portal de Belén, «su» portal de Belén.

      
      Bajó las escaleras del local tan aprisa que casi tira a su madre. Una vez delante del pesebre, quedó inmóvil.



     
      Por sus ojos pasaron largos años de preparativos, años que dejaron atrás un ardúo trabajo del centro de educación especial por elaborar aquel nacimiento.



      Se pensó en hacerlo de barro, material muy dúctil e inofensivo. El rechazo inicial de algunos chicos no cogió desprevenidas a las cuidadoras. Al abanico de discapacidades psíquicas asociadas a problemas motores y/o sensores que presentaban los alumnos, había que sumar el difícil carácter de varios de ellos, entre los que se encontraba Pelayo.



      
      A cada uno, se le asignó una tarea acorde con sus posibilidades. Así, hubo quien se puso a modelar personajes, otros a realizar herramientas, prendas de vestir, pequeños animales, plantas…

      

      El problema de coordinación era grande en la mayoría de ellos, si bien se suplía con la motivación; una batalla casi diaria entre querer y poder, o a la inversa, en el caso de nuestro protagonista.  

      


     Desde un primer momento, la necesidad de manipular la arcilla no gustó nada a Pelayo, que solo tenía ojos para Santaclara, una joven yegua que formaba parte del programa de equitación terapéutica; el muchacho unicamente disfrutaba acariciándoles las crines, y montando en ella.



      
      Al contrario de sus compañeros, que compaginaban otras actividades del colegio, como podían ser la informática, el teatro o la música, con las manualidades; Pelayo alternaba las prácticas ecuestres, con los brazos cruzados.



    Para animarlo, las tutoras decidieron ponerlo con el pesebre; le hicieron ver la importancia del encargo, animándole y prestándole ayuda en todo momento, pero él nada, mala cara, rechazo y aislamiento.





    
         Una profesora tuvo una idea.
      


      Una mañana, mientras los muchachos amasaban bolas y barritas para ir formando figuras humanas, Pelayo se levantó, como siempre que había equitación fuera, y se acercó a la ventana. Cual fue su sorpresa, cuando, en el quicio de la misma, encontró un tosco caballito de barro. Con sumo cuidado, como temiendo hacerle daño, lo cogió entre sus manos, se lo acercó para verlo mejor, y la alegría brotó en su cara.



      
      Así paso un largo rato, lo miraba, le movía las patitas para hacerlo correr en el aire, lo acariciaba; nadie le interrumpió. Costó esfuerzo, al equipo docente, que Pelayo abandonase el taller sin él, pero formaba parte del plan.














      Al día siguiente, la figurita no estaba donde la dejó. El muchacho se llevó una gran desilusión, y entonces fue cuando se le propuso hacer uno igual. Le convencieron para que cogiera un poco de barro, lo redondeara, y le uniera unos trozos que simulaban las orejas, el hocico y los ojos; el grito de Pelayo, cuando vio formada una cabeza equina, se oyó en todo el recinto.


       Las figurillas se iban cociendo inmediatamente para evitar que se resquebrajase. Hubo que preparar, con mucha paciencia, al chico para que dejara introducir en el horno al arcilloso caballo; cuando vio el resultado final de algunas piezas ya pintadas, accedió, a regañadientes.

 
      
     



     De esta forma, fue creando los otros personajes del portal, eso sí, no se separaba de «su» caballito mientras trabajaba, y a duras penas, cuando acababa la clase.


       Ante la insistencia de Pelayo, se acordó que ese belén tendría buey y yegua, en vez de mula.



      
      La fase de pintura pareció gustar más a Pelayo, y eso que su bata llevaba más pigmentos que las piezas que se proponía colorear.


      
      Los avances de los primeros años fueron escasos, crear una dinámica de trabajo en aquellos alumnos costaba, pero cuando se hizo rutinario, el proyecto fue tomando forma.



      

      Un pequeño cordero fue el último en ser pintado; el belén estaba listo. Lo que parecía un final feliz no lo era.

      
      Hubo llantos, lágrimas, forcejeos; muchos habían cogido cariño a sus creaciones, y se negaban a permitir su marcha.



 

      
      De nuevo, la encomiable labor de las formadoras hizo posible la dura separación; la propuesta de «dejarlos» para que lo viesen otros niños, los medio convenció.






      Las manos de su madre sobre sus hombros lo devolvió a la realidad.
      
      –Ha quedado precioso. ¿Nos vamos, Pelayo? –comentó ella, mientras le besaba la mejilla.
      
      Una sonrisa se dibujó en el rostro del muchacho.

Cogió la mano de su madre, y sin dejar de sonreír, se despidió de «su» belén.








Al Patronato San Pelayo
por su laudable dedicación,
y por la tarde que pasé en su compañía

Felices Fiestas





16 comentarios:

  1. Te agradezco tu comentario, y me alegra que te haya gustado, Mari Leo.

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  2. Muy agradecido por tus palabras, Begoña, y, sobre todo, por haberte emocionado.

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  3. Felicidades Antonio!! Tu relato es ideal para estas fiestas!!

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  4. Elena te agradezco la visita, el hacerte seguidora del blog, y el comentario.
    Me alegra que te haya gustado.

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  5. Gracias por tu aportación y dedicación, me ha encantado, El colegio tiene otras actividades en las que seria ideal tu colaboración, ponte en contacto con la AMPA Ïtaca del Colegio, si quieres, te lo agradeceremos.
    Rosario Molina

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  6. Os repito lo que os he hecho llegar por gmail. Muchas gracias por la visita, y por el comentario. Intentaré ponerme en contacto con AMPA Ïtaca del Colegio. Me siento agradecido con la respuesta de la gente, con el ánimo que os mandan, y con vuestra amistad. Un fuerte abrazo.

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  7. ¡¡¡¡¡¡ Magnifico!!!!! Nos ha encantado lo bien que nos has hecho llegar esa labor tan encomiable que hacen en el colegio San Pelayo. Es un relato muy bonito y hermoso, gracias por ello.

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  8. Me alegra saber que os ha gustado la historia de este grupo de personas que trabajan a diario por el bien de unos niños maravillosos.
    Os doy las gracias por la visita al blog, esperando que no sea la última, y por vuestro comentario.
    Un abrazo.

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  9. Gracias. Solamente el hecho de que a una persona le haya llegado al alma este Belén que con tanto amor, entusiasmo y cariño realizan nuestros niños, es suficiente para que nos recompense y nos anime en el esfuerzo que nos supone seguir luchando por ellos.
    Las buenas personas pasan un día por tu puerta y sin más, te ofrecen esta recompensa.
    GRACIAS Y FELIZ NAVIDAD.

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  10. Carmen, me ha emocionado tu comentario. Cuando uno se cruza con buena gente, se agradece. Las personas del Patronato me trataron estupendamente, me dejaron hacer las fotos sin conocerme de nada, me explicaron la labor que realizan los críos, vi un vídeo, sobre el trabajo diario del personal del centro, que me llegó al alma. Tenía que devolverles tanto esfuerzo, tanta dedicación, y hacerlas extensibles a padres y amigos; todos tenéis un gran corazón, y estos niños lo saben, y os lo pagan con una sonrisa llena de amor. Os deseo a todos UN FELIZ AÑO NUEVO.

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  11. Has conseguido llegar a lo más profundo de mi corazón.Pero no solo tú con tus palabras e imágenes.Esa gente maravillosa,niños,Pelayo,cuidadores......me han robado otro trocito de él.
    Solo falta una pieza en ese Belén.....Una persona con una cesta de paja repartiendo caramelos con sabor a AMOR.Ese es el que tú ofreces.Adivina pués como se llama el personaje.
    En casa,el nacimiento más bonito y original que tengo,lo compré en una Feria (Ifebal)hecho precisamente por niños con problemas.
    Para tí,ellos.........Mi abrazo cálido.

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  12. Gracias por tus palabras, burr...(te llamaré Ana), Ana. Las hadas tardaron en venir, pero no me puedo quejar de su trabajo, al menos ha llegado a la gente. Bonito detalle, el tener un belén realizado por estos niños, eso da la medida de tu corazón.
    Ana, te cambio tu calido abrazo, por un enorme beso.

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  13. Dicen que los objetos no tienen alma...! Pero estoy segura que en cada figurita realizada por cada uno de esos niños/as...dejaron impregnadas las suyas!

    Gracias Antonio por mostrárnoslas...desde la tuya!

    Un abracito, de otra alma.
    Rosa Macías

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  14. Te agradezco el comentario, como lo harían los críos que trabajaron en este belén, con besos.
    Ojalá les alegre el alma saber que, gente como tú, se acuerda de ellos.

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